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Macarena Diaz Columnista de MasDeporte |
Han
pasado 30 años desde el jueves 29 de
setiembre de 1988, día en que se llevó a cabo una de las finales más
emocionantes que jugó nuestro país en el
deporte del vóley. Seúl 88 hizo que miles de peruanos vibren con cada partido,
también que madrugaran por ver a nuestras “matadorcitas” en la cancha peleando
cada punto, con la finalidad de traernos la medalla de oro.
Sin
embargo nuestra selección peruana en los Juegos Olímpicos de vóley, cayó
ante la Unión Soviética 3-2 en el coliseo HangYang de Seúl, dirigidas
por el entrenador coreano Man Bok Park, recordado por su carácter inquebrantable
al momento de dar indicaciones en cada partido.
Por otro lado fue juzgado por la manera en que dirigía a voleibolistas
como Luisa Cervera, Alejandra de la Guerra, Dennise Fajardo, Miriam Gallardo,
Rosa García, Natalia Málaga, Gabriela
Pérez del Solar, Cecilia Tait, Patricia
Solis y Cenaida Uribe.
¿Se
les podría refutar algo a nuestras matadoras? Nuestro contrincante final, la URSS, que no
fue fácil de enfrentar, era un equipo experimentando, además contaba con
jugadoras como Irina Smirnova y Valentina Ogienko (favorita de la selección
Rusa). Se disputaron punto a punto y el
nivel en que iba desarrollándose el partido era sumamente alto. El primer set terminó en 15-10
a favor de la selección peruana en veintiún minutos. El segundo también fue para
las nuestras por 15-12 en 28’. Restaba apenas un set para ser campeones
olímpicos; no obstante, el equipo soviético levantó su nivel y logró empatar el
partido 2-2.
Además, nuestras jugadoras venían teniendo dos victorias importantes antes de llegar a la
ansiada final luego de vencer 3-0 a Brasil y 3-2 a China el último campeón
olímpico de ese entonces. Sabían que no
iba ser fácil jugar contra las rusas, sobre todo en una final, donde lucharon
en equipo para poder llegar.
El partido se definió en el quinto set o ‘rally point’. Perú ganaba 12-6
y estaba a solo tres puntos del oro. Sin embargo, y aunque nos pusimos 13-8,
las soviéticas remontaron 17-15 y fueron campeonas olímpicas.
Sin embargo, nuestras jugadoras no quedaron conformes con obtener el
segundo lugar y recibir la medalla de plata. Muchas, al momento de recibirlas,
las dejaron en la caja y prefirieron no colocárselas en el cuello. Frustradas y
entre lágrimas, no podían creer que no tenían el oro en sus manos.
Sin embargo, después de todo el esfuerzo que pusieron y sobre todo
ponerse la camiseta a nivel internacional y dejar en alto a nuestro país, así
hayan quedado en segundo lugar, todos los peruanos nos sentimos orgullos.
Indiscutiblemente no podemos criticarlas, para el Perú es uno de los
episodios más marcados a nivel deportivo y un orgullo decir que nuestras “matadorcitas”
dejaron el nombre del Perú en alto.
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